¡Buenos días! Es hora del Contacto. Pero ustedes, Raelianos, siempre están en contacto con los Elohim. Yo lo estoy un poco más que los demás. A veces digo: “Bueno, el domingo a las 11 am. dejo de hacerlo”, ya que estoy en contacto con ellos todo el tiempo. Así, el domingo a las 11 am., puedo relajarme.
Pero nunca me relajo en cuanto al amor por los Elohim. Siempre estoy aquí para ellos. Y ustedes también. Sé que son verdaderos Raelianos. Los verdaderos Raelianos siempre están en contacto con los Elohim. No solo cuando meditan, sino también cuando comen, cuando beben, cuando duermen, cuando hacen el amor, lo que sea que hagan. Como verdaderos Raelianos, siempre están conectados con los Elohim. Su gratitud hacia los Elohim siempre debe estar presente.
Cuando dicen “gracias”, son felices. ¿Por qué nos alegramos cuando decimos “gracias”? Porque es amor. Están reconociendo un acto de amor. Todo lo que hacen por mí no son ustedes; son los Elohim usándolos para cuidarme. ¿Por qué? No lo hacen porque yo sea un francés apuesto, sino gracias a los Elohim. A través de su amor, siento el amor de los Elohim: en cada canción que cantan, cada baile que bailan, cada risa que ríen.
Hoy, el Contacto es simple: basta con que sean felices de estar conmigo. ¿Lo son? – [¡Sí!] – ¡Gracias, Elohim! Están conmigo gracias a ellos. ¡Qué asombroso! De Corea, de Canadá, de Vietnam, de todas partes. ¡La acción de los Elohim! Me hicieron encontrarlos. Me hicieron darles el regalo de conocerlos. Estoy muy, muy orgulloso de mí mismo. No fue fácil encontrarlos —las fantásticas consciencias y Supraconsciencias que son— esparcidas por esta Tierra, en diferentes lugares, diferentes países, diferentes culturas, diferentes idiomas. Leyeron el Mensaje y aquí están. Así que juntos podemos decir: “¡Gracias, Elohim!”.
Y el regalo más hermoso de los Elohim es que pueden irse en cualquier momento. Tienen la libertad de amarlos o no; nunca es forzado. Son libres de irse; las puertas siempre están abiertas. Ese es el regalo más hermoso, porque el verdadero amor solo puede existir en la libertad total. Y el Mensaje nos hace libres.
La libertad de amar. La libertad de entregar su vida a los Elohim. ¡Eso es fantástico! No es un mandamiento como los diez mandamientos de Moisés. Es una parte muy importante del Mensaje de los Elohim. En la misión más importante que me dieron, —construir la Embajada—, dijeron: «Si quieres». No «debes», sino «si deseas, danos la bienvenida». Si lo deseas. Viene de ti. No estás obligado. «Construye una Embajada y nosotros iremos». Así que estamos invitando a los Elohim a la Tierra. ¡Increíble! Podrían decir: «La Tierra nos pertenece. Nosotros creamos la vida; tú nos perteneces. ¡Construye una Embajada! Si no, serás castigado en el infierno». Podrían ser dictadores. ¡Pero no! Dicen: «Si lo deseas, por favor, construye una Embajada». Ese es Yahvé hablándole a la humanidad. Amor puro. Son libres: libres para amar, libres para construir la Embajada. ¿Desean construirla? —[¡Sí!] — ¡Es su decisión! Eso es una locura: una locura de respeto, amor y humildad. Ellos son nuestros creadores y dicen: «Por favor, construyan una Embajada». No se puede imaginar algo más humilde. Ese es su Mensaje, y por eso me ayudan: porque se sienten libres de hacerlo. No es una obligación.
Ser Raeliano no se trata de estar casado; se trata de estar enamorado cada día. Enamorado del Mensaje, no del Mensajero, sino del Mensaje. De los Elohim. Ellos iluminan su vida. Si sienten esto, cada pequeño problema en la Tierra se convierte en un detalle. Cada dificultad en su vida se convierte en un detalle. Cada sufrimiento —porque en la vida hay sufrimiento— cuando trabajan para los Elohim, aceptan los problemas; no se detienen; Les dan más energía para lograr lo que desean.
Por casualidad, estoy aquí ahora. Pero si desaparezco —no, cuando desaparezca—, vayan a donde quieran, pero dentro de ustedes, en su corazón, en su supraconsciencia, dondequiera que estén, siempre llevarán el amor por los Elohim.
Sea cual sea el accidente que la vida les ponga en el camino, aférrense a esta fidelidad, a esta permanencia de la devoción. Pase lo que pase en su vida —cualquier dificultad, cualquier sufrimiento, incluso si la vida los derriba, los quiebra, los deprime o los hace pensar en quitarse la vida— manténganse firmes y digan: “¡Soy Raeliano!”. Sin dinero, sin trabajo, digan: “¡Soy Raeliano!”. Esa es la fuerza que les da el Mensaje. Pueden convertirse en multimillonarios o dormir en la calle, pero aun así digan: “¡Soy Raeliano!”.
Y para terminar este discurso —que quizás sea demasiado largo—, ya saben lo que está sucediendo en Palestina. Ahora tenemos el Movimiento Raeliano Palestino. Ojalá el equipo que lo administra aumente la comunicación con las autoridades palestinas. Porque creo que si la Embajada se construye en Palestina —incluso en Gaza— sería un hermoso ejemplo. Esa es mi esperanza secreta. Claro que los chinos esperan tener la Embajada, los coreanos, los franceses; todos esperan que esté en su país. Pero el Mensaje dice: “Cerca de Jerusalén”. Y Jerusalén es una ciudad de Palestina. Así que espero que algún día construyamos la Embajada en Palestina, quizás incluso en Gaza. Tenemos material de sobra para construirla. ¡Qué atributo sería si se construyera en los escombros de Gaza! Es un sueño hermoso. ¡Gracias, Elohim!
Les deseo una hermosa eternidad.
